lundi 16 janvier 2012

Perú y las Malvinas argentinas, 2022. La guerra que no fue. 2ª parte.

Vea la 1ª parte:

http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com/2012/01/peru-y-las-malvinas-argentinas-2022-1.html 

Lima, Perú, 26 de enero de 2022

Los Mirage M5-P-2018 son los mejores aviones de combate que tiene hoy la Fuerza Aérea Peruana. Llegaron a Perú casi cinco años antes de esta nueva guerra que amenaza a la región del archipiélago de Malvinas, es verdad, pero aún así son aeronaves que cuentan con muy pocas horas de vuelo - dijo el jefe del Escuadrón 612, y le aseguró a Unzaga que estaban en perfectas condiciones para operar.
- Son los aviones ideales para atacar los objetivos marítimos de la armada argentina: la decadente escuadra naval inglesa que se acerca – y aunque el jefe peruano no lo dijo, todos los presentes, y sobre todo Rodolfo Unzaga, lo pensaron: que se acerca escoltada por los poderosos Sea-Harrier en sus temibles versiones de 2020 y 2021.
Buenos Aires, 23 de abril de 2042
En efecto, las naves peruanas de fabricación francesa tenían, ya en el lejano 2022, una respetable autonomía de vuelo gracias a sus enormes tanques de combustible. Eran la última alternativa de subsistencia de la anticuada industria bélica francesa después que el estado galo se había tenido que asociar como sócio menor a Gran Bretaña. E, irónicamente, eran también la esperanza final de la armada argentina para detener a los ingleses que se acercaban a las islas Malvinas, quarenta años después de la primera guerra del Atlantico Sur.
Los Mirage M5-P-2018 poseían misiles teledirigidos AS-300, con un alcance de 45 kilómetros que eran especialmente diseñados para atacar buques acorazados. Pero también eran de temer sus cañones, que disparaban balas con cabezas explosivas, de 30 mm – le cuenta el Indio Santiago a su asistente, según le había dicho su padre, un periodista destacado para cubrir la famosa “Guerra que no fue”. Deja Santiago los tres tablets que le había traído el motoquero de la agencia de diagramación, fuma nervioso, respira con dificultad, porque un nuevo acceso de ira lo empieza a atacar, y el motivo sólo puede ser la demora inexplicable de Antoine y Sérgio para entregarle los originales de los cuatro capítulos finales de “La Historia de la Confederación Brasil-Argentina”.
Buenos Aires, 25 de abril de 2042
Sérgio Cambiado, Antoine Bairral y Javier llegaron a las 9:10 a las puertas del Teatro San Martín, cada uno de un lado de Buenos Aires, después de pasar una noche en vela. No habían podido terminar de corregir la quinta prueba de los últimos dos capítulos, ni de revisar la diagramación final. Cuando se encontraron con Santiago, media hora más tarde en las oficinas de Corrientes y Uruguay, ya sabían que el clima no iba a ser de los más amenos.
Pero de nuevo el jefe los sorprendió con sus bruscas alteraciones de humor; esta vez para mejor:  - Bueno, lei casi todo anoche; vamos a olvidarnos de los plazos y revisar los contenidos. ¿Cierto? Lee Javi, por favor-
Bien, ejem...sigo – Javier nunca sabe si Santiago lo está jodiendo o si quiere ser simpático cuando lo llama “Javi”, pero vamos:
- Cuando despegaron de La Joya, en Arequipa, después de dejar su base de origen, la de Chiclayo, los diez Mirages M5-P-2018  tuvieron que elevarse por encima de los doce mil metros en un vuelo silencioso, y con los equipos de radio apagados, para no ser detectados por los radares bolivianos, pero sobre todo por los chilenos, porque desde siempre, y a pesar de la existencia de sus pactos con la Confederación Brasil-Argentina, los dos países abrigaron densas redes de espionaje, tanto de los decadentes países europeos, como de China y la India; esas cadenas de espías jugaban su partido, en ese momento, a favor de la frágil nueva república británica. Los diez Mirage M5-P-2018  fueron obligados a realizar un vuelo por rutas de fronteras, y a una velocidad promedio de menos de 800 kilómetros por hora.
Nos preocupamos mucho en planear bien el vuelo, en todos sus mínimos detalles. No teníamos miedo de que nos detectaran los radares de Bolivia, ya que considerábamos que ellos no tenían ni ganas, ni gran capacidad técnica para hacerlo. El problema eran las bases aéreas de Chile y sus radares poderosos que, probablemente, deberían estar infiltrados de espías chinos o ingleses en Iquique y en Antofagasta. Pero aún así, pasamos, sin problemas encima de todos ellos – dice Santiago que le contó un viejo piloto, amigo de su padre que entrevistó, pero que prefirió mantenerse en el anonimato.
Las aeronaves fueron conducidas por los diez pilotos de la FAP que en su mayoría eran oficiales y están hoy retirados y sólo unos tres de ellos siguen en la institución con el grado de generales – agrega Antoine, que lo acompañó a Santiago a un par de entrevistas con los veteranos.
Bien, y acá Uds. dicen que los Mirages peruanos ya habían sido maquillados y, entre otras modificaciones de su apariencia, habían cambiado las insignias, la bandera y las matrículas peruanas por los emblemas argentinos con sus colores celeste y Blanco de los Púcara fabricados en Córdoba. Así volaron hacia Tandil, previa escala en Jujuy, en una travesía que duró menos de dos horas. ¿No es demasiado rápido? – lee Santiago y le pasa el tablet a Sérgio Cambiado.
Si, es verdad, ya lo revisaremos; y la misteriosa escuadrilla –que los peruanos preferían llamar “escuadrón”- de los M5-P-2018 salió acompañada por una nave madre, un LT-1000 similar a los Hércules-2015 de la Fuerza Aérea Argentina, en cuya bodega viajaba una parte de los equipos de mantenimiento y unos treinta hombres, entre técnicos y mecánicos de aviación que tenían que instruir a los argentinos en todo lo relacionado a las aeronaves y al uso del armamento– le completa Antoine, sin levantar la vista.
Pero lo de los misiles, obuses, bombas, municiones y tanques con el combustible, que según dicen Uds. acá, “viajaron posteriormente por otras vias”, a mi no me cuadra. No me cierra la información, ¿entienden? Ése es un dato que nunca se confirmó, pero parece  haber sido que usaron disfraces diplomáticos y que los transportaron por vías terrestres – se pone ansioso y fusila con la mirada, el jefe.
Antes que a Santiago le vuelvan las palpitaciones y empiece con sus ataques de furia, Sérgio levanta el tablet y sigue con la lectura:
En Tandil hubieron grandes muestras de entusiasmo, y armaron una algarabía total cuando el escuadrón de cazas por fin aterrizó. Fue a recibir a los pilotos peruanos el delegado personal de la presidenta argentina, que ya hacía varios días que estaba trabajando con el Estado Mayor Brasil-Argentina de Guerra, junto con el comandante general de la Fuerza Aérea Peruana, que había viajado de improviso a Buenos Aires para coordinar las acciones – lee Sérgio, respira hondo, deja el tabletsobre el escritório, se saca los anteojos y se los limpia con calma. El Indio Santiago tamborillea los dedos, nervioso, y lo mira con ojos asesinos.
Los pocos pilotos argentinos que estaban en la base, mientras los otros ya estaban preparándose para salir al combate desde Puerto San Julián, cuentan que en aquella ocasión – recuerda Santiago, ya más calmo, que le relató un oficial amigo de su padre – los peruanos les dejaron a los argentinos en Tandil alrededor de 90 misiles AS-300 aire a tierra, 20 misiles antiaéreos y hasta un lote de repuestos que habían comprado a los israelenses para los aviones, pero como si fueran para el Perú, y al final terminaron en Argentina.
Pero Santiago, como siempre, no estaba demasiado interesado en cuestiones técnicas, ni menos en minucias bélicas.
– Quiero saber cómo terminó la famosa “Guerra que no fue”,¡Quiero detalles! ¡Quiero que plasmen los sentimientos de la gente, el miedo del pueblo, nada más! – y otra vez la respiración entrecortada, las venas del cuello tensas, los ojos con la mirada inyectada. Salimos callados y pensativos.
Continuará. Lea “La Guerra que no fue”, 3ª parte. Javier Villanueva, São Paulo, enero de 2012. siempre basado en hechos reales (e irreales) e inspirado por ideas y comentarios de Antoine Barral. Contactos con el autor: blog.javier.villanueva@gmail.com 

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